Hace unos años se puso de moda la dieta cetogénica, ceto o «keto», y aún ahora lo sigue estando, aquí explicaré porque esta dieta para adelgazar está teniendo tanto éxito. El nombre de «cetogénica» viene de los cuerpos cetónicos o cetonas que en inglés se llaman ketones, y que son unos compuestos químicos que se generan en el hígado en unas determinadas condiciones.
Cuando el cuerpo se le han acabado las reservas de glucosa comienza a utilizar las cetonas para el consumo energético estas, en última instancia, provienen de las grasas (disponibles en la sangre o los acumulados en el cuerpo). Esta situación tiene lugar de forma natural durante la noche cuando llevamos muchas horas sin comer. No debemos confundir la cetosis con la cetoacidosis que es un estado patológico y peligroso que se puede dar en diabéticos de tipo I no tratados. De hecho, esta dieta no es nueva se empezó a prescribir a principios del siglo pasado a niños con epilepsia que no respondían a la medicación con anticonvulsivos y aún ahora se sigue haciendo por sus buenos resultados.
Si nos alimentamos con una dieta muy alta en grasas, muy baja en hidratos de carbono y azúcares y moderada en proteínas durante un período de tiempo el cuerpo entrará en lo que se denomina cetosis, que según sus defensores, tiene muchas ventajas sobre todo en el caso de querer adelgazar. En primer lugar los alimentos ricos en grasas son más saciantes, por otro lado se evitan las subidas y bajadas de glucosa e insulina en la sangre, que provoca una sensación aguda de hambre durante la bajada, con esta dieta los niveles son más estables. Además, si no hay glucosa disponible tampoco habrá insulina, ya que las grasas y las proteínas no provocan su secreción, y eso es lo que hace imposible almacenar grasas en las células adiposas del cuerpo, lo que hace más fácil la pérdida de peso. También se dice que aquellos que la practican se sienten más energéticos.
Están a favor de la práctica del ayuno, que puede ser de corta duración (15 horas) y por lo tanto de comida sólo una o dos veces al día y dejar descansar el aparato digestivo el resto del tiempo. Los alimentos (sobre todo los cárnicos) idealmente deben ser lo más ecológicos posibles. Por ejemplo, la carne debería ser de animales que se alimentan de pastos frescos, el pescado no debe ser de piscifactoría, los huevos y los derivados de la leche de la máxima calidad, etc.
Sus defensores no tienen miedo de sufrir enfermedades cardiovasculares ya que consideran que los estudios que relacionan el consumo de grasas con estas patologías no son válidos y que fueron favorecidos por los intereses de la industria azucarera, esta teoría se llama la » falacia de la hipótesis lipídica «, en detrimento de los otros alimentos que se habían consumido siempre y que fueron» demonizados «de repente. Tampoco consideran que sea el exceso de consumo de grasas el culpable del problema de la obesidad, sino que sobre todo se debe al exceso del consumo de alimentos muy ricos en carbohidratos y azúcares que provocan resistencia a la insulina que facilita, a la vez, el aumento de peso.
Por ello, aunque promueven el consumo de alimentos con grasas vegetales como el aguacate, el aceite de oliva, y los frutos secos, no ven negativo el consumo de alimentos ricos en aceites saturados como el aceite de coco o los que provienen de las grasas animales como el queso, la mantequilla, la nata, el tocino, etc. La ventaja más grande de la dieta cetogénica es poder romper con la necesidad de comer muy a menudo alimentos que no nos sacian.
En contrapartida, este tipo de dietas suelen estar bastante denigradas por la comunidad científica y médica, por considerarlas desequilibradas y potencialmente patológicas. Consideran que es difícil de seguir al ser tan baja en carbohidratos, (sólo permite 40 gramos o menos de hidratos de carbono/azúcares al día) y muy alta en grasas, es una dieta muy diferente de lo que estamos acostumbrados, es decir que permite la mantequilla pero no el pan donde ponerla. Aunque no hay que ser muy restrictivo con las calorías ni hay que contarlas. Se debe controlar de forma muy minuciosa la ingesta de los macro nutrientes para no excederse en la cabeza, lo que hace necesario pesar los alimentos y mantener unos porcentajes concretos.
Otra crítica es que no enseña a llevar la alimentación equilibrada que aconseja la comunidad internacional y que promueven todos los países desarrollados. Por ejemplo, el consumo de fruta es muy limitado siendo casi nulo, no se pueden comer cereales de ningún tipo, ni arroz, ni harinas, tampoco legumbres o féculas (patata, boniato) y las verduras deben ser bajas en carbohidratos, por ejemplo no se debe abusar de la zanahoria. Para endulzar no se permite la miel, ni la fructosa ni los jarabe de agave, sólo la estevia. Además, recomienda los ayunos en moderación y la convencional, en cambio, los desaconseja.
Pero, es que en las dietas de adelgazamiento convencionales que se basan en la disminución de las calorías ingeridas, se va a contracorriente del cuerpo, que hará todo lo posible para no adelgazar (ya que está diseñado para acumular energía y no para adelgazar). Cuando éste ve la disponibilidad de calorías mermada responde ralentizando el metabolismo y aumentando la sensación de hambre. Si continuamos restringiendo la ingesta de alimentos, se puede conseguir el peso deseado pero entonces hay que mantenerlo a largo plazo, lo que conlleva tener que ingerir muy poco alimento, seguramente pasando hambre lo que presenta un panorama muy pesado. Este es el motivo por el que hoy en día la gente con sobrepeso aún busca una dieta milagrosa que no comporte tanto esfuerzo y frustración, y es aquí donde esta dieta o de otros similares tienen tanto éxito.
Y es que hay mucha controversia sobre cuál es la mejor alimentación para la mayoría de la población. ¿Cuáles son los alimentos indispensables y los que debemos evitar para estar sanos. Hay médicos, dietistas y científicos a favor y en contra de todas las tendencias, el veganismo, la paleodieta, etc. Por suerte, todos coinciden en que una buena dieta debe pasar por los alimentos ecológicos, evitar los procesados, los refinados, los aditivos, etc. Pero aún no se ponen de acuerdo en supuestos muy básicos que ahora se ponen en entredicho. Necesitamos, por tanto, respuestas claras pronto, porque actualmente la cantidad ingente de información en todas las direcciones acaba provocando mucha desinformación.
En todo caso, siempre es aconsejable estar bien asesorado por un profesional, y llevar un control a la hora de plantearse hacer una dieta para adelgazar o cambiar de forma drástica la alimentación. También, hay que tener en cuenta que el cuerpo de cada individuo es diferente. Y tener como objetivo principal la mejora de la salud a largo plazo y no sólo adelgazar por motivos estéticos.
Griselda Cardona Alsina