El potencial de nuestro país para producir y almacenar hidrógeno es enorme. Hay muchos aspectos favorables, aunque en la hoja de ruta también hay unos cuantos desafíos.
La búsqueda de energías alternativas más sostenibles está en marcha desde hace tiempo, pero se ha acelerado en los últimos años. El cambio climático, la guerra en Ucrania y el notable aumento de precios vinculado a los costes de la energía eléctrica y el gas impulsan la búsqueda de soluciones más respetuosas con el medio ambiente. El hidrógeno verde (procedente de energías renovables) se postula como buena alternativa. ¿Es viable en nuestro país?
Hidrógeno verde en España: ventajas competitivas
El hidrógeno verde se almacena con facilidad, por lo que se puede recurrir a él cuando el clima impida generar suficiente energía eólica (los días que no sople el viento) ni fotovoltaica (cuando el cielo esté nublado o el tiempo no acompañe). De hecho, para producir el hidrógeno renovable son imprescindibles recursos naturales como el sol y el viento.
De ahí que España ocupe una posición privilegiada para liderar la producción mundial de este gas. Un estudio de la Agencia Internacional de Energías Renovables vaticina que, para el año 2050, nuestro país puede colocarse entre los 15 primeros productores de hidrógeno verde del planeta.
“El potencial es enorme”, corrobora Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2). Por varios motivos.
- Por un lado, nuestro país tiene la capacidad de producir mucha energía limpia a muy bajo precio, suficiente para autoabastecerse y exportar los excedentes.
- A su vez, las empresas españolas disponen de la tecnología necesaria para afrontar con garantías el crecimiento del sector que se espera en los próximos años.
- “Otra ventaja competitiva es nuestra ubicación geográfica. Somos un punto clave para la entrada de hidrógeno procedente del norte de África y Latinoamérica, y su transporte hacia el norte de Europa”, añade Brey.
La ‘hoja de ruta’ del hidrógeno
La Administración también es consciente de que esta energía puede reactivar y transformar la economía, generar empleo, crear tejido industrial y garantizar el suministro energético del país. Por eso, a finales de 2020 el Gobierno publicó la Hoja de Ruta del Hidrógeno, un ambicioso plan que contiene las directrices para el despliegue de proyectos en los que se aplique esta fuente de energía.
Los fondos europeos procedentes del programa Next Generation permitirán financiar el desarrollo de estas iniciativas, aunque el camino que queda por delante es largo. Producir hidrógeno (limpio y barato) a gran escala, almacenarlo de forma segura y eficiente y lograr una buena red para transportarlo y distribuirlo son algunos de los retos pendientes.
Las desventajas y los desafíos
Desde la organización ecologista Greenpeace son más cautos. Recuerdan que el despliegue del hidrógeno verde llevará tiempo y abogan por priorizar su uso únicamente en aquellos sectores más difíciles de descarbonizar. “No va a ser la panacea para nuestros problemas energéticos. El lobby del hidrógeno, en su mayor parte conformado por la industria del gas, tiene como objetivo conseguir un esquema regulatorio y financiero a gran escala para crear una supuesta economía del hidrógeno y liderar este nuevo amanecer del gas”, denuncia el responsable de campañas fósiles de Greenpeace, Francisco del Pozo.
Este ingeniero industrial advierte del riesgo de que se imponga el denominado hidrógeno azul (obtenido a partir de gas fósil) como combustible de transición y una falsa solución limpia para la industria. “Debe acabarse con el debate en torno al color del hidrógeno: que si es verde, azul, gris… El hidrógeno o es renovable (es decir, se obtiene a través de electrólisis o de la gasificación de biomasa, biogás o residuos) o es fósil, porque es la única manera de desenmascarar sus impactos ambientales reales”, añade.
Otra de las desventajas radica en el coste elevado de los equipos que se necesitan para producir el hidrógeno, aunque se prevé que en pocos años se multiplicará la demanda y, por tanto, bajarán sus precios. “Al abaratarse sus costes, podrá iniciarse un despliegue masivo que hará posible que el hidrógeno sea competitivo antes de 2030”, incide el investigador Albert Tarancón.
El hidrógeno, clave en el sector alimentario
Lo que es indudable es que el hidrógeno verde es una oportunidad para obtener un combustible sostenible, muy útil en sectores en los que la electrificación no sea la solución más eficiente, como puertos, aeropuertos, plataformas logísticas o transporte de larga distancia. También en el sector de la alimentación y las bebidas, clave en la economía española: sus más de 30.000 empresas, muchas de ellas pymes, generan casi 140.000 millones de euros, lo que equivale al 2,7 % del PIB, con 440.000 empleos.
Desde el Centro Nacional del Hidrógeno (CNH) admiten que quizás no es la primera alternativa en la que se va a basar la descarbonización del sector alimentario, pero puede ser una opción más a tener en cuenta debido a la gran cantidad de usos que posee este gas. “Contribuirá a que las empresas del sector reduzcan sus emisiones y sean más sostenibles, ya que el hidrógeno se usará tanto en el proceso químico de deshidrogenación como en la obtención de calor, así como en el ámbito del transporte asociado a la industria de los alimentos”, vaticina Vanesa Sendarrubias, técnica de la Unidad de Innovación Abierta del CNH.
Una oportunidad de futuro
Para que el hidrógeno verde se convierta en una solución de futuro todavía queda mucho por hacer. Según la Asociación Española del Hidrógeno, cumplir la hoja de ruta del hidrógeno en España se trata de un reto importante, pero solo será posible gracias a la financiación de proyectos tangibles. “El año 2030 puede parecer muy lejano, pero en realidad es mañana. España tiene todas las cartas para convertirse en un hub energético”, añade Javier Brey.
Hidrógeno verde: 60 medidas para 2030
En España, solo el 0,01 % del total del hidrógeno (50 toneladas anuales) se obtiene a partir de energías renovables. Algunos planes para mejorar esta cifra en 2030 son los siguientes:
• 4 gigavatios de nuevos electrolizadores instalados.
• 5.000-7.500 vehículos de hidrógeno en circulación.
• 150-200 autobuses.
• 100-150 estaciones de hidrógeno (hidrogeneras) de acceso público, separadas entre sí por una distancia máxima de 250 kilómetros.
• 2 líneas de ferrocarril de media y larga distancia con trenes de hidrógeno.
Para llevar a cabo el plan, se invertirán casi 9.000 millones de euros. Aunque a priori las cifras parezcan bajas, todo ello ayudará a reducir emisiones contaminantes (hasta 4,6 Mton de CO2 eq), así como a potenciar la I+D+i española, desarrollar tecnología y permitir la penetración de un mayor porcentaje de energías renovables en el sistema eléctrico.
Por Ramiro Varea Latorre
Extraído de la revista Consumer